Constanza - La Mexicana

Como buena mexicana, una frase que siempre ha estado presente en  mi vida es “La familia es primero”; y cuando tu familia se desmorona, es algo que te cambia la vida.
Hace poco más de 9 años, cuando yo tenía 12, mi madre dio a luz a mi hermana más pequeña, Constanza. Durante el embarazo, era notorio que mis padres estaban distantes, pues dormían en habitaciones separadas. Un par de meses después del nacimiento, mi madre descubrió que mi papá tenía una amante. A la mujer, le gustaba ir a mi casa a buscarlo.
Más adelante, nos enteramos que mi hermana de sólo un par de meses de edad, tenía el Síndrome de Aicardi. El Síndrome se caracteriza por la ausencia del cuerpo calloso del cerebro, lesiones en los ojos, convulsiones constantes, y retraso mental.
La enfermedad de mi hermana y la ruptura con mi padre le causó a mi mamá una gran depresión. Tras correr a mi papá de la casa, empezó a llevar a mi hermana a terapia física y de juego, y yo tuve que empezar a cuidar a mis hermanas menores.
Los siguientes años fueron bastante duros, debido a que nos estábamos adaptando a un estilo de vida completamente diferente al que teníamos antes de los sucesos ya mencionados. Al ser yo la mayor, me tocó vivir estos acontecimientos con más intensidad que mis otras 3 hermanas. Mi vida no volvió a ser lo que era, y la verdad es, que la de nadie.
Actualmente, nos encontramos por fin en una situación estable. Mi madre se convirtió en el pilar de la familia. Mi hermana de 19 años y yo ingresamos en la universidad, mis hermanas de 11 y 13 años se encuentran en la primaria y secundaria respectivamente; y todas llevamos una relación cordial con mi papá. En cuanto a Constanza, a sus 9 años es capaz de sentarse, pararse con ayuda y arrastrarse por toda la casa sin problemas. Su condición es de por vida, pero es una guerrera, y nos ha ayudado a unirnos más como familia.



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