Un chico de Tianjín - Leo K. Wang Yang

 

A pesar de que soy un estudiante que tiene nacionalidad mexicana, creo que la raíz de mi pensamiento se desarrolló durante mi infancia que la pasé felizmente en China, en la ciudad de Tianjin para ser más específico. Hace como un mes regresé a este lugar para realizar unos trámites en una universidad a la que intentaba entrar. Fue un intento fallido, pero aprendí muchísimas cosas después del viaje.


Al principio tenía mucha confianza hacia mí mismo en relación con los exámenes de admisión que estaban por venir. En las semanas libres estuve junto con mis amigos de primaria, a los que no veía hacía mucho tiempo. Paseé por las nuevas plazas que construyeron y visité a mis familiares. Hice casi todo menos sentarme a estudiar para lo que estaba por venir, porque tenía mucha fé en mí mismo.


Supe que no fui admitido a principio de abril. Un mes antes, en la reunión de familia mi abuelo materno me dijo que él y mi tío tenían muchas expectativas conmigo, así que sentí presión por eso. Al mismo tiempo me dijo algo que jamás voy a olvidar: “No importa si ganas o pierdes, siempre eres el orgullo de la familia.” En ese momento sentí lágrimas que querían salir de mis ojos por sus palabras conmovedoras.


Después de que se divorciaron mis padres en México, he vivido con mi madre. Desde entonces, mi tío tiene el rol de padre en mi vida. Por esta falta de amor paterno, no me imagino como alguien que controla la atmósfera a su alrededor o que es la persona dominante en la habitación. Pero con mi tío, siento ese amor paterno que me hace falta, y eso me ayuda a tener confianza en mí mismo. Hasta en el camino hacia el aeropuerto para regresar a México él me enseñaba con profundo sentimiento el perfil que debe de tener un hombre de verdad: “No importa las circunstancias, sé tú mismo.”


Cuando les dije con tristeza que fui eliminado en la admisión, entendí muchísimas cosas de la vida. El fracaso fue concebido desde la “confianza” que tenía en mí mismo antes del examen de admisión.  Yo soy un chico al que aún le falta madurar. En cuanto supe la noticia de la admisión, fue como un golpe hacia mi cara y entendí que la oportunidad siempre es para las personas que están preparadas, con una postura determinada hacia su futuro y que tengan la perseverancia de esforzarse por ello. Los días que estuve en China fueron una experiencia significativa para mí, y después de todo lo que pasó, quiero ser un hombre con perseverancia y visionario en el futuro.

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