Juego de guerra - Rick



Eran las 3:25 de la tarde. El aire estaba seco y el sol calaba en la frente.
¡Todos a sus posiciones!–Dijo el capitán.
Se acercó a mí y su única orden fue:
–Gana terreno, resiste y elimina a cuantos puedas.
–Así será.– Respondí. De mi voz salía una absoluta confianza. Salía la confianza de alguien que sentía que su rifle era una extensión de él mismo.
Miré hacia atrás y alisté a mi pequeño pelotón de tres. Eran novatos. Me dispuse a explicarles cuál era nuestro trabajo:
–Llegaremos hasta los barriles en medio– (entre nosotros y los barriles había unos 20 metros de distancia).– Formaremos una línea, y esperaremos a que los demás lleguen.
Los novatos asintieron.
Sonó el silbato, no pasaban dos segundos y ya habíamos corrido unos 10 metros. Las balas pasaban zumbando junto a nuestras orejas y pegaban con todo a nuestro alrededor. Después de correr bajo el intenso fuego cruzado, tomamos el punto y posicioné a mi tropa. De repente, una ráfaga golpeó los barriles.
Alcancé a tirarme al suelo. Dos de los chicos levantaron sus armas. Les habían dado. Como un rayo de diez mil voltios la adrenalina me hizo levantarme para seguir en combate. Disparé, me agaché,
salí por un costado del barril, disparé de nuevo y me volví a cubrir. Cuando se agotó la munición del cargador, me di cuenta que había gastado casi todos los cartuchos.
–¡Carajo!– Exclamé al contar solo 2 cargadores útiles.
Por el radio, mientras yo yacía hincado detrás de los barriles, sonó la voz de Mike, el “Heavy Gunner” de equipo y la de otros 4 “Mercenarios”:
–Aquí Rick– dije sosteniendo el radio con la mano izquierda, mientras con la derecha sostenía mi rifle, una réplica exacta de una carabina M4.
–Necesitamos avanzar– dijo J.C.
-¡Copiado!- respondimos todos.
Mike comenzó el conteo:
–3, 2, 1.
No había marcha atrás. Tenía que levantarme, disparar y avanzar. Al estar de pie me percaté que tanto a mi derecha como a mi izquierda iban mis compañeros. Caminábamos hacia el frente, con el dedo índice en el gatillo y la vista pegada en la mirilla, disparando. Nuestro avance era indetenible. Los enemigos caían, primero uno, luego otro, hasta que los rodeamos en su base y se rindieron. ¡Habíamos ganado!






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