Apatía social - J. R. Cota

El día miércoles de la semana pasada, como de costumbre, tomé el camión que pasa frente a mi privada para ir a la escuela. El viaje transcurría normal, era un viaje aburrido y el conductor sintonizaba una estación de radio demasiado castrosa.

Después de viajar durante una hora en el transporte, al llegar a Fábricas se subió una señora llorando. Todos los asientos del camión venían ocupados, así que la señora se sujetó del barandal. Miré alrededor a ver quién tenía la intención de cederle el asiento a la mujer, pero nadie parecía dispuesto. Por mi mente cruzó un pensamiento: ¿Por qué nadie se levantaba a darle el asiento o se acercaba a preguntarle qué le sucedía? 

Tomé acción en el asunto, le cedí mi asiento a la señora y le pregunté qué le ocurría. Me contó que su hija estaba internada en el hospital. Había sido trasladada de urgencia por unas complicaciones graves de salud y ella se dirigía hacia allá. Mientras conversábamos, pude notar que era de escasos recursos, lo que agravaba más su problema. De verdad quería ayudarla, así que le di consuelo, unas palabras de aliento y le pedí que tuviera fé en que todo saldría bien. De mi mochila saqué una botella de agua que había comprado antes de tomar el camión y se la ofrecí. Le di apoyo económico para el transporte y también para que comprara algo de comer y pasara el día. La señora se tranquilizó.

Durante ese día lo que había ocurrido me dejó pensativo. Era un camión lleno de personas que pudieron haber hecho la diferencia en la vida de aquella mujer; sin embargo, nadie hizo nada. Unos se voltearon, otros sacaron sus celulares para distraerse, e inclusive hubo quienes tuvieron el descaro de hacerse los dormidos. Problemas y situaciones como esta pasan a diario, pero hay una apatía casi generalizada que nos impide ayudar a los demás. Seamos conscientes de esto y ayudemos a quien lo necesita. No necesariamente con dinero o con grandes acciones, solo con un buen gesto, unas palabras de aliento o una botella de agua podemos aliviar la pena de otro ser humano. 


“El que no vive para servir, no sirve para vivir”

Madre Teresa de Calcuta

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