Home violencia ¡En qué lío me he metido! - Betsua B.
¡En qué lío me he metido! - Betsua B.
Clo 2:29:00 p. m. 0
Sábado 17 de Noviembre del 2017.
Son las nueve de la mañana con cuarenta minutos, por fin voy a levantarme de la cama —sinceramente solo lo hago porque ya tengo hambre. Prendo el boiler para meterme a bañar después de hacer el quehacer; lavo los trastes, barro y mientras trapeo Héctor Lavoe interpreta su tema “El Cantante”; al acabar todas las labores domésticas me tomo unos minutos para revisar mi celular antes de meterme al baño.
Messenger
Aprieto el botón de desbloqueo de mi celular, la pantalla principal apenas tiene unas cuantas notificaciones de Facebook. En Whatsapp tengo como tres mensajes, todos de una de mis tías que se la vive mandándome cadenas... pero hay una notificación en particular que llama mi atención, es de Messenger: "Oscar Iván te ha enviado un mensaje". Lo leo como cinco veces, no lo puedo creer, ese tipo me gusta desde hace ya tiempo; nunca nos hemos hablado pero en repetidas ocasiones nos hemos visto, sé que vive a dos calles de donde yo vivo.
A mi parecer es guapo, mide aproximadamente dos metros, es moreno, de cejas pobladas y siempre se le ve con actitud de galán. Desbloqueo la pantalla principal y sin dudarlo respondo a su mensaje. Después de casi cuarenta minutos de preguntas como: ¿de dónde eres?, ¿cuántos años tienes?, nos hemos visto ¿verdad?, entre muchas otras más, quedamos en vernos en su casa a las siete de la noche. Parece interesado en conocerme y la verdad eso me agrada.
En el baño
Mientras me baño pienso que realmente es una locura, apenas lo conozco de vista y ya hasta me invitó a su casa. Me estoy arrepintiendo de ir, pero una pequeña voz en mi cabeza me dice que vaya, que no pasa nada, que chance y es el amor de mi vida, así que decido jugármela. Salgo del baño, me seco, me visto e intento arreglarme lo mejor posible; pero entre tanta emoción y conflicto entre ir o no ir, me doy cuenta de que apenas son las dos de la tarde y nuestra cita es hasta las siete, así que me preparo unas quesadillas y pongo una película en Netflix para matar tiempo. Mis papás me han mandado un mensaje diciendo que no llegarán hasta mañana por lo que no veo la necesidad de pedirles permiso para salir. Total, ni están, ni se darán cuenta.
La Hora
Las horas pasan muy rápido, ya son las seis cuarenta y cinco. Me lavo los dientes, me pongo un poco de mucho perfume, en el cuello por si me besa, a la altura de los pechos por si me abraza y por el ombligo por si se pasa. Me doy los últimos retoques de maquillaje y mientras me estoy viendo en el espejo me pongo nerviosa y una bomba de preguntas empiezan a caer sobre mí: ¿me veo bien?, ¿y si no le gusto?, ¿y si no es tan chido en persona?... ¡Ay, ya wey! —me digo a mí misma— ¿jalas o te paniqueas?, ¡jalo cabrón! —me respondo con toda la seguridad del mundo. Agarro mis llaves, mi cel por si mi mamá llama y emprendo el camino hacia la casa de Oscar.
Son justo las siete con dos minutos, no me tardé mucho en llegar a su casa. Toco la puerta y ni me pregunta ¿quién es? Nada más abre, supongo que solo me espera a mí.
—Pásate, que bonita te ves, hueles muy rico— me dice. A lo que yo solo puedo responder:
—¡Ahh sí, gracias!
En mi mente me reclamo, ¿solo un gracias? —pues sí wey qué querías. Esas disputas mentales me suceden todo el tiempo.
Mientras yo intento no colapsar, él ya hasta me invitó a sentarme en su sala. Estamos un tanto a oscuras, lo único que nos ilumina es su pantalla Samsung, por el tamaño creo que es de ochenta pulgadas.
—¿Te gusta Maluma? — Me pregunta mientras tiene el control de su pantalla en la mano.
—Pues equis, sinceramente no soy super fan, pero si quieres ponlo.
Él está muy concentrado eligiendo la canción que va a poner, y a mí, justo en ese momento me está cayendo el veinte: ¿qué hago aquí? Es lo primero que se me viene a la mente; me doy cuenta de que todas las ventanas de la sala están cerradas, en la casa al parecer no hay nadie más que nosotros, todas las luces están apagadas, de pronto le empieza a subir el volumen a la pantalla hasta el sesenta y cinco. ¿Qué pedo conmigo? Estoy bien pendeja, ¿qué hago aquí?
—Besame— me ordena. Estoy viéndolo a los ojos y puedo notar que está decidido a satisfacer sus necesidades sexuales conmigo.
—No, ni siquiera tengo diez minutos aquí y ya quieres que te bese.
—¡Que me beses carajo!— grita.
Me pongo de pie para retirarme, pero solo es una oportunidad que él toma para derribarme en su sillón. Está encima de mí, su respiración se comienza a acelerar, su mano derecha está apretando mi cintura mientras que con la izquierda hace un intento por desabrochar mi pantalón. Empieza a besar mi cara desesperadamente.
Yo comienzo a llorar, algo dentro de mí se quiebra, le pido que por favor se calme. Estoy gritando pero nadie me escucha, tengo miedo, intento empujarlo pero es estúpido pues él es mucho más fuerte que yo.
Estoy viendo mi vida pasar, cómo es que un sábado que pintaba para que todo saliera perfecto esté acabando así, cómo es que responder un mensaje para planear un encuentro casual para conocernos se convirtió en una estúpida escena trágica de abuso sexual.
Logra desabrochar mi pantalón y justo en ese segundo una de mis rodillas golpea sus genitales. Se retuerce pero no grita ni nada, solo intenta protegerse. Me lo quito de encima, me incorporo y salgo corriendo.
De camino a casa
Corro hacia mi casa. La impotencia, el miedo, pero sobre todo el coraje me inundan.
Ni me di cuenta de que ya estoy en mi casa encerrada con doble llave: las siete cuarenta marca el reloj de pared que hay en mi sala. Cierro los ojos y no puedo parar de llorar, no puedo sacar de mi mente la idea de que tal vez para ese momento Oscar ya estaría abusando de mí; no sé si yo tengo la culpa por exponerme así o el del problema es él por actuar de esa manera.
Toda la noche estuve llorando. Si tan solo hubiera reflexionado más las cosas antes de hacerlas no hubiera tenido esa horrible experiencia. Pienso en que realmente hay un serio problema de abuso y acoso sexual, pero en lo particular pienso que son nuestras decisiones y un tanto la vida las que nos ponen en situaciones vulnerables. No me gusta pensar que yo tuve la culpa de lo sucedido, pero sí admito que tengo un grado de responsabilidad.
Miércoles 22 de Noviembre del 2017
A lo largo de estos días lo he vuelto a ver varias veces en la calle. Me da miedo, él hace como que no me ve y va por ahí como si no hubiera pasado nada; al menos eso aparenta.
Hoy por primera vez lo vi a él con miedo, su papá lo golpeaba afuera de su casa y un montón de gente enfurecida le gritaba muchas cosas. Lo encontraron abusando de su hermana de siete años, al parecer abusaba de ella desde hace dos meses. Casi lo matan. No cabe duda de que los malos actos siempre tendrán una consecuencia de la misma magnitud y que todo lo que en esta vida se hace se paga.
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