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Año nuevo... - Galvan C. A.
Clo 4:32:00 a. m. 0
Miranda, Cesar y yo llevábamos tiempo de platicar en la prepa. Miranda y yo llevábamos años de ser amigas, estábamos bien siendo solo ambas. Al principio solo éramos nosotras y Sebastián. A Sebastián lo incluimos solo porque nos hacía reír en el salón y gracias a él conocimos a Cesar, con quien nos empezamos a encariñar más por alguna razón.
Decidí invitarlos a mi casa a celebrar año nuevo, solo nosotros cuatro. Ninguno de nosotros teníamos idea de lo que pasaría esa noche. Miranda y yo estuvimos preparando el patio, la hielera y todo lo necesario para que esta fuera una noche bonita, era mi primera vez haciendo una reunión de año nuevo con mis amigos. Sebastián fue el siguiente en llegar y fuimos a comprar cervezas (‘fuimos’ significa que yo terminé comprando todo porque solo Cesar y yo tenemos INE).
Ya en mi casa estuvimos tratando de convencer a Cesar de cambiar de opinión sobre el no querer ir. Sebastián recibió un mensaje, se veía sorprendido, anonadado. Nos mantuvimos en silencio por un largo tiempo sin recibir datos sobre qué era lo que lo tenía así. Rompió el silencio y recibimos la noticia: Irving, gran amigo de Cesar y Sebastián, protagonista de numerables de sus anécdotas, había fallecido junto a cuatro de sus familiares al sufrir un accidente automovilístico durante un viaje desde Sinaloa a Tijuana. Sebastián mencionó que fue disparado del automóvil hacia un lago. Miranda y yo estábamos atónitas ante la noticia, sin saber qué decir, solo observando a Sebastián realizando distintas llamadas, entre ellas a Cesar.
Durante nuestro nulo intento de reconfortar a Sebastián, recibí una llamada de Cesar, estaba afuera de mi casa. Corrí a recibirlo con un abrazo y nos dirigimos de vuelta al patio de atrás. Los cuatro tuvimos una plática extensa sobre lo que ocurrió y bastantes anécdotas que nuestros amigos vivieron al lado de Irving. Ambos se mostraban serios ante la situación, supuse que aún no procesaban lo que había sucedido. Miraba ocasionalmente a Miranda, ninguna de las dos encontraba las palabras correctas de apoyo para la conversación pero compartimos el sentimiento de dolor ante la situación de nuestros amigos.
Los cuatro fuimos testigo de una pérdida ajena e indirecta, todos teníamos una noción de cómo la vida es algo que de un momento a otro podría irse de maneras inimaginables. Nos hicimos la promesa de estar ahí los unos para los otros y atesorar cada momento juntos por si este llegase a ser el último.
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