Home superación La noche en la que un perro salió herido - H. I. Bañuelos
La noche en la que un perro salió herido - H. I. Bañuelos
Clo 3:55:00 a. m. 0
Verás las luces de color en una noche fría de invierno mientras caminas a casa de tu novia. Tiemblas sin saber la razón, podrá ser tu nerviosismo por el regalo que cargas o la temperatura. Faltan muchas cuadras para tu destino y te llenan la cabeza tus preocupaciones.
No quedaste en la universidad y dudas si meterás ficha; tienes pendiente concluir la preparatoria, tendrás miedo de no acabar jamás esa etapa. Tus padres temen por ti, que te corrompas y no hagas nada de tu vida; dolerá admitirlo, estás estancado.
Gabriela está rara contigo, no sorprende debido a esas veces que la ignoras y no le contestas el celular. Aburre, abruma y enfada esa relación, no quieres terminarla; menos aportar nada. ¨Es una mala racha, los dos tenemos problemas y afectan la relación, pronto volveremos a estar bien¨.
A lo largo de la cera encontrarás una figura retorciéndose, emite lamentos apenas perceptibles. Es un perro blanco peludito, muy chiquito y llora mucho. Intentarás tocarlo pero trata de morderte. Sus patitas están dislocadas aunque las mueva mucho, dudas que se levante.
―¿Tu lo lastimaste? ‒ exclamará el policía detrás de ti.
―No, lo acabo de encontrar ‒ dices asustado.
―De seguro lo aplastaron con el carro y lo tiraron en la banqueta con una cobija para el frío… pinche gente. Ya ni porque es Nochebuena lo llevaron a un veterinario.
Buscarán mil formas de ayudar al perro pero no puedes, te sientes triste y no quieres dejarlo ahí solo. Lo moverán delicadamente aunque su chillido te lastima el oído y el pecho. No quieres ensuciarte de su sangre.
Voltearás al otro lado de la calle, donde se encuentra tu destino, se te hace tarde para ir a ver a tu chica y arreglar las cosas. El policía nota tu ansiedad y te dice que te vayas, él se encargará del perrito; dices no.
―No puedes hacer nada por el perro, no tienes carro para llevarlo a tu casa, ni soportas verlo sufrir, no te preocupes. ‒ Después de bajar la mirada te dirá: ‒ Te voy a decir una cosa, vales mucho como persona, muy pocas veces he visto que intenten ayudar a los animales. Siempre los ignoran cuando los ven por la calle moribundos. Tienes mi respeto, ya hiciste suficiente.
El peludito te mirará confundido a los ojos, no sabe qué pasa ni tú tampoco. Antes de darte la vuelta ‒ pensando que lo dejas a su suerte ‒ ves que suelta lágrimas. Comenzarás a caminar siguiendo el destino que te espera, ves al policía perturbado por el suelo con sangre y una última vez al animal moribundo; jamás sabrás si vivió o no.
Tocarás la puerta y ella abrirá. Esperas ese beso y abrazo pero no recibes nada, se da la vuelta en tus narices continuando con sus labores. Te sentarás en el sillón con una montaña de ropa en medio, piensas que la moverá, te equivocas al ver que se pone al otro lado.
Platicarán sobre el día de los dos un rato y los planes para la noche de cada quien, los dos no esperan una buena Navidad. Tu familia recién se mudó por pleitos familiares y ella estará vetada con sus hermanos. Sientes melancolía en tus mejillas y quieres que te consuele un poco, lanzas tu cuerpo hacia ella para que dé ese amor que necesitas pero dice no. Ella se siente cansada y su madre está en la otra habitación. Comprendes, mantienes distancia yaciendo confundido acompañado de la ropa. Recuerdas al can congelándose, contarás un poco sin tanto detalle. Sientes lástima por los dos, nota tu dolor y sabe que te sientes impotente. Tus ojos no dejarán de verla aunque ella no te vea a ti, y si lo hace, no es con la misma forma de semanas antes.
Entra una llamada, es tu madre; reclama porque no has llegado a la casa, son las 10 pm. Dices que ya vas hacia allá. Es hora de decir adiós.
Tu transporte ya viene en camino, esperas afuera con Gabriela, caes en cuenta que ve al cielo por un largo rato, no se da cuenta que estas ahí. Está helado.
― Feliz Navidad – te dice mientras te da un abrazo.
― Olvidé darte tu regalo.
Sacas de tu mochila un paquete con una envoltura de gatos con sombrero rojo navideño, ella los ve y ríe. Pedirá disculpas por no comprarte nada pero a ti no te importa, solo le dices que lo abra. Ella rompe el papel y sonríe agriamente.
―Los Simpsons ‒ dice.
―En año nuevo me dejarán descansar, ese día puedo venir desde temprano y podemos ver toda la temporada completa.
No responde a nada de lo que le digas, se acerca a ti, te abraza, muy fuerte y lento. Ya te diste cuenta.
―Te amo, Heliot.
―¿Qué está pasando? Toda la noche estuviste muy rara conmigo.
―Te amo.
Un viento pasará carcomiendo tu piel y oídos, provocando escalofrío y vacío en los brazos por unos minutos. Intentas sentir tu cuerpo pegado a ella, pero no está.
El carro llega, tienes que irte, se separan sosteniendo la mirada y subes al carro. Mientras comienzas a alejarte, admiras como se desvanece su cuerpo en las sombras. No lo sabes, es la última ocasión en que la miras siendo tu novia.
Pasarán los días y ella te va a terminar, dice que se siente confundida, aceptas su decisión y la dejas ir. En unas semanas te enterarás que tiene novio, un chico al que jamás le tomaste importancia.
Al mes conocerás el efecto del alcohol, tomarás primero todos los fines de semana y después los martes en la mañana. Perderás tu tiempo con chicas que no quieres. Besarás sin percibir calor. Buscarás entre muchos ojos esa mirada que olvidarás.
En años perderás tu tiempo, habrás crecido, el pasado te saluda y solo queda aprender. El reflejo del espejo brilla mejor que antes, encontraste esa luz dentro de ti.
Te saldrás de tu trabajo tóxico que no te permitió reposar e ingresarás a la Universidad. No razonarás donde levita tu cuerpo, mucho tiempo pensaste quedarte atorado en el lodo y ahora ves un horizonte lleno de oportunidades.
El futuro te esperará pues el pasado soltado ya está.
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