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Cerditos - Y. O. G. M.
Clo 1:42:00 p. m. 0
¿Quién dirÃa que mis vacaciones iniciarÃan con un cerdo? SÃ, leÃste bien, con un cerdo. ¿Y que tiene que ver un cerdo con unas vacaciones? Pues es que llevo cinco minutos esperando a que el animal -del tamaño de una bicicleta para niño- se levante de la carretera para continuar el camino a casa de mi tÃo.
Mi hermana cumplió quince años unos meses atrás, y pidió salir de viaje. A mi madre le pareció bonito que conociera donde creció… ¡Oh! mira, parece que ya se está moviendo.
Ahora estamos en un camión de pasajeros, mientras avanzamos a través de lo que parece selva, camino a Rio Grande, Oaxaca. No sé ni donde estamos, yo me dormà apenas nos subimos y no me desperté hasta que el camión frenó por el cerdo. Umm… parece que vamos llegando.
Creo que la peor parte de un viaje es cuando te tienes que bajar del transporte, quieres estirar las piernas, recoger tus cosas o simplemente bajarte; pero no te puedes levantar, ya hay muchas personas paradas, y no pueden avanzar, porque nadie se quiere mover.
Al fin logramos bajar -suerte que no trajimos muchas cosas- y ahà está mi tÃo. Le digo tÃo, aunque no es exactamente eso, es el hermano de mi abuela y no sé bien cómo decirle, asà que eso es más fácil.
Nos subimos a un mototaxi. Nunca me habÃa subido a un mototaxi, deberÃas hacerlo, no está mal, solo no tiene puertas. Parece que el pueblo es muy pequeño, el camino a su casa es muy corto.
La casa de mi tÃo es muy bonita y algo verde, tiene muchos árboles. Mi hermana y mi mamá son las primeras en entrar. Nos reciben su esposa y su hijo. El niño no me cae tan bien, demasiado animado para mi gusto, soy más de quedarme callado pensando, que de andar jugando todo el dÃa. Pero bueno, no diré nada, nos están dejando quedarnos en su casa. Nos dieron los cuartos de la segunda planta.
Creo que aquà va a hacer mucho frÃo, el lugar es alto, con ventanas grandes, hay una cama matrimonial, un ropero y ¡una hamaca! Es inevitable, debo subirme. No queda de otra, no me bajaré de aquà más que para comer.
¡Que bueno que bajé a comer! Uff, mi tÃa cocina como no tienes idea. Voy por el tercer plato de sopes de carne y queso. Aquà al queso Oaxaca le dicen quesillo, es extraño, pero tiene sentido. Creo que serÃa extraño ir a comprar queso Oaxaca cuando todos los quesos que venden en la tienda son de Oaxaca.
Adoro esta hamaca, aunque comà demasiado y me da miedo que se rompa mientras duermo.
Parece que las hamacas resisten mucho, me desperté y seguÃa colgando, pero parece que las hermanas no, porque me levanté por los estornudos de la mÃa. No duró un dÃa sin que sus alergias la atacaran. Mi madre cree que es por el cambio de ambiente.
Parece que saldremos mañana. Al fin y al cabo tenemos un poco más de una semana.
Tal vez mañana.
O mañana.
Mañana.
Nos fuimos después de cinco dÃas.
No puedo negar que disfruté solo levantarme para comer, con excepción del dÃa que me desperté para desayunar caldo de “pescado “, que por alguna razón sabÃa a pollo frito, pero terminó siendo una iguana. Ya sabÃa que habÃa algo raro, pero estaba muy rico y eso lo supera todo. Cuando terminé de comer, todos me estaban mirando y me preguntaron qué era. ¿Qué querÃan que les dijera… pues pescado, no? No, resulta que el dÃa anterior mi tÃo atrapó una iguana, la dejaron marinando o algo asà y la cocinaron en la mañana. Solo me podÃa decir: estuvo rico, estuvo rico.
De acuerdo, dejando eso atrás, ¡estamos en Huatulco!
El mercado municipal es increÃble, me encantan las manualidades. Mira esta rana de barro y... un puerco, demonios, está muy bonito.
Estoy enojado con mi madre, no me dejó comprar nada porque en la capital todo es más barato. ¿Dónde vas a encontrar algo más barato que cinco figuras por cien pesos? En Oaxaca, Oaxaca según mamá.
¿Cómo crees? No fue un dÃa desperdiciado, nadé en la playa más bonita que puedas imaginar. Aunque algunos peces daban miedo.
Ya estoy en la capital, mi vuelo sale en la noche asà que tenemos el dÃa para pasear. Pero hay prioridades ¿verdad? Tú sabes, comprar cositas… Lo decidÃ, quiero el puerco, aunque lo ideal serÃa regresar a Huatulco. ¿Qué crees que pasó? No, no se me olvidó nada, solamente que mi madre se equivocó y resulta que aquà venden las figuras a cien cada una. Lo puedes creer, si no le hubiera hecho caso tendrÃa cinco figuras, y me sobrarÃa para comprar algo más. Pero no, ahora solo tengo una. Tampoco me arrepiento, no te vayas a confundir, me aseguré de traer la más bonita, pero eso no quita mi enojo. Ni tampoco creo que lo haga la comida que mi madre me quiere comprar a cambio de su perdón.
Me retracto, sà que vale la pena comer aquÃ. Hubieras visto, llegamos al pasillo de carne, no se veÃa nada por el humo, pero, poco a poco nos adentramos y se iba dispersando, y se comenzaba a ver la carne colgada, y las mesas con canastas llenas de carne y todo olÃa tan rico. Estuvo delicioso, estoy en el aeropuerto y aún no se me quita el sabor. Aunque estoy feliz por eso, también me siento estafado. Una de las recomendaciones que siempre sigo, como persona que viaja frecuentemente, es “no compres en el aeropuerto, porque te quedarás sin dinero en un instante”. No obstante, esto es pasarse, no lo creo. Se supone que todo es caro aquÃ, incluso más que en la capital, sin embargo aquà también venden cerditos a ¡cinco por cien!
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