Decisiones forzadas - V. A. M. V.


La infancia de un niño, para los ojos de un adulto,  es algo que pasa desapercibido y se le resta importancia, pero esta es como ir en carretera y de repente pasar por túneles que no están señalados; esta se torna muy difícil en momentos. Mi infancia pasó desapercibida para mis padres. Ellos se enfocaban en sus trabajos y sus problemas de pareja. Aunque a mis hermanos y a mí nos daban los cuidados y teníamos todo a nuestro alcance, ellos nunca pensaron en cómo afectaban sus decisiones nuestro camino. 

Mis padres tuvieron muchos problemas y yo fui testigo de ellos. Aunque intentaban no ser vistos en sus peleas y desencuentros, cuando se escondían yo era muy curioso y los buscaba en toda la casa hasta encontrarlos. Eso me llevaría a presenciar la mayoría de estos sucesos. Actualmente me arrepiento de haberlos visto y quisiera borrarlos de mi mente. Desearía seguir dormido como mis hermanos, sin conocimiento de lo que pasaba: inocente, sin ninguna estaca de por vida. 

Presenciar estos conflictos hizo que mi forma de ver la vida cambiara a temprana edad, pues no puedes seguir adelante como un niño normal después de presenciar tantas discusiones. Tuve cambios de conducta y malas reacciones inconscientes a ciertas situaciones, las cuales relacionaba con las discusiones de mis padres. 

La gota que colmó el vaso fue cuando mis padres optaron por separarse. A nosotros nos dieron muchas libertades en el momento de tomar decisiones y esta no fue la excepción. Mis padres no estaban casados y no querían pasar por conflictos legales de custodia, entonces nos dejaron tomar la decisión de con cuál de los dos queríamos vivir; no sin antes advertirnos que el otro se alejaría completamente  de nuestras vidas. Esta decisión, aunque fuera nuestra, inició por ellos, pues nos dieron esa carga. Seríamos responsables de nuestro destino.

Yo decidí irme con mi madre, por razones más sentimentales. Saber a temprana edad los pros y contras de tus dos padres, someterlos a juicio, te lleva a ver la vida de forma diferente. Aprendes a juzgar a los adultos y sus acciones sin importar nada, pues si ya fuiste capaz de juzgar a tus padres, ellos no son ningún problema.

Mis padres pasaron tres años separados y sin verse, antes de volverse a encontrar. Aunque cada uno de ellos tenía ya una pareja diferente, ambas partes fueron muy maduras, pues no hubo nunca ningún conflicto. Yo ya era un joven adolescente y tuve problemas para asimilar que mis padres estaban cara a cara como si nada hubiera pasado, como si su decisión de separarse nunca hubiera sido suya, pues ellos se encontraban muy bien. De nueva cuenta no se pusieron a pensar en cómo nos afectó esto. Ver a mis padres juntos, riendo tan cerca, llegando a palmear sus espaldas, me hizo tener dudas de por qué se separaron en aquel momento. Aunque nunca se nos dijo el porqué de esa decisión, nunca me detuve a formularme esa pregunta hasta ese día. 


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