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Rohanna - V. Y. V. M.
Clo 11:04:00 a. m. 0
Hace muchos años conocà a una niña llamada Rohanna. Una niña talentosa, creativa, amable y generosa, la cual se convirtió en una de mis mejores amigas. Las dos estuvimos juntas en primaria, y en la preparatoria el destino decidió volver a juntarnos. Es una de las personas más fuertes que conozco, porque sé todo por lo que pasó desde su niñez hasta su adolescencia debido al bullying.
Rohanna es alta, delgada, de cabello castaño, piel morena y ojos negros, grandes y almendrados, su aspecto fÃsico no deberÃa de importar al mencionar sus talentos, ya que esto no es un factor importante en el desarrollo de las personas, pero desgraciadamente es lo primero que se juzga en alguien.
A principios de este año decidimos salir a tomar un café para platicar sobre una semana agotadora en la escuela. ConcluÃmos exámenes y eventos importantes para nuestra preparatoria asà que escogimos una cafeterÃa nueva, tranquila y acogedora, en nuestra ciudad.
Esta cafeterÃa tenÃa un gran sofá en su interior, extrañamente éramos la única clientela del lugar. El dÃa estaba muy frÃo y la soledad del lugar no era común, pero no nos incomodó. Hablamos sobre diversos temas, tanto escolares como personales. Uno de ellos y el que recuerdo perfectamente hasta el dÃa de hoy fue el bullying. Rohanna comenzó platicando sobre el dÃa de su nacimiento:
–Nacà en Tijuana, de seis meses, por ello tuve problemas para desarrollarme igual que los otros niños.–Dijo con una risa nerviosa. – De niña era muy pequeña de estatura, obviamente me desarrollé muy tarde, entonces a los seis años era mucho más chica que mis demás compañeros. A esa edad los niños son muy crueles y recuerdo que siempre me decÃan cosas muy hirientes.
–¿Los niños de kÃnder? ¿Tan chiquitos? – dije sin poder imaginar lo que me estaba platicando.
–SÃ, se burlaban mucho por mi color de piel, por mi nombre y porque no me parecÃa a mi mamá. Ella es de tez blanca y pecas, ¡y yo no tengo nada de eso! Los niños se daban cuenta y me preguntaban si en realidad era mi madre. Eso me causó mucha inseguridad, yo le preguntaba a mi mamá por qué no podÃa ser como ella, por qué tenÃa que ser "negra" (como los niños me decÃan). –Dijo con un tono de desesperación en su voz y decidà quedarme callada para seguir escuchándola.
–Cuando entré a primaria siguieron las burlas, pero ahora en vez de ser solo en la escuela, también se burlaban de mà mis vecinos. Intentaba jugar con ellos y me hacÃan menos, me agarraban como su “puerquito” y me trataban mal. En una pijamada que tuve con ellos no me dejaron dormir a su lado en colchones en el piso, hicieron que me durmiera sobre unos cables en la esquina de la habitación.– Dijo con tono triste y paró por un momento.
–¿Por qué no le dijiste a los papás o por qué no pediste irte a tu casa?– le dije un poco confundida.
–Porque creÃa que era amistad, pensaba que eso hacÃan los amigos y que era normal, siempre me hacÃan sentir menos y lo dejaba pasar porque nadie me explicaba que eso estaba mal.
–¡Ay, no! –dije inconscientemente.
–Esa noche no dormà nada, –continuó- o sea, estaba sobre unos cables, no es bueno ¿sabes?... No sé explicarme –regresó su desesperación- pero bueno... Recuerdo que también me decÃan insultos como zorra, pero como eran menores debÃan disfrazarlo con otras palabras como “arroz quemado”, zorra y quemada. –Rió con incomodidad mientras yo no podÃa creer de donde salÃa el odio de quienes le hablaban asÃ.– Siempre me decÃan cosas asÃ. Pasando a la secundaria fue peor, ya que yo odiaba mi escuela, no querÃa estar en ella y algo que empeoró mi experiencia fue que todo mi salón se burlaba de mà porque yo era muy perfeccionista. También recuerdo que le caÃa mal a una maestra nueva, hablaba mal de mÃ, me enteré de ello porque una conocida me dijo las cosas que decÃa la señora de mÃ, ¡se metÃa con una niña que no le hizo nada! Nunca entendà por qué hacÃa eso.
–Doña loca. –Dije en seco y fue lo último que dije por mucho tiempo.
–Ay Vane –dijo entre risas y siguió platicando- hubo un tiempo en el que estuve faltando porque no me daban ganas de ir a la escuela. Todas las mañanas esperaba a que mis papás salieran de casa para hacerme la loca y que no se dieran cuenta de que no asistÃa a clases. Nunca se dieron cuenta hasta que una prefecta que me daba clases de Historia notó mi ausencia recurrente y me mandó a Dirección un dÃa que sà asistà a clases. Mandaron a llamar a mis padres y tuve que decir todo lo que estaba ocurriendo... Regresando un poco a mi problema de identificar la verdadera amistad me acabo de acordar que los que se hacÃan llamar mis amigos me robaban cosas. Cuando comencé a ir a clases regularmente, mi mamá me hacÃa lonche todos los dÃas: hot cakes, sandwiches y asÃ; entonces ellos de repente llegaban y me quitaban toda mi comida y me dejaban sin nada. Se tomaban mis bebidas y si yo les reclamaba. Se excusaban y se quejaban porque decÃan que si le contaba a la profesora no me volverÃan a hablar. También me hacÃan menos y como siempre me ha pasado se burlaban de mi nombre, me daban apodos como “rana” “roabic” y otros que no quiero ni recordar. –Dijo con un gesto de desagrado en su rostro.–Igual se burlaban de mi tono de piel y eso me creó una gran inseguridad, por mucho tiempo odié mi color de piel y mi nombre. Un dÃa hubo una convención aquà en Tecate, no recuerdo muy bien de que era, pero uno de mis amigos llamado Rogelio se compró una cajita muy cara, que no recuerdo para qué era. El caso es que al dÃa siguiente en la escuela mis amigos y yo nos juntamos para platicar en un lugar con césped dentro de la escuela; un rato después una amiga llamada Tamara nos habló sobre esconder la cajita que habÃa comprado Rogelio para hacerle una broma. No creà que fuera buena idea, entonces decidà no participar pero tampoco detenerla. Tamara tomó la cajita, la escondió y se fue a otro lugar de la escuela. Unos tres minutos después llegó Rogelio preguntándome sobre su cajita, con un tono de enojo solo me preguntó dónde estaba. Yo le contesté que no sabÃa, que no sabÃa de lo que me hablaba; siguió preguntando y seguà respondiendo lo mismo hasta que con un movimiento de mano rápido me agarró del cuello y me presionó hasta tumbarme hacia atrás en el césped y ahà utilizó sus dos manos. Intenté quitarlo pero no podÃa y nadie me ayudaba, solo veÃan callados mientras Rogelio me estaba ahorcando. Mi mente bloqueó lo que continuó porque solo recuerdo ver llegar a Tamara aventándole la cajita y levantándome.
-¡Dime que lo demandaste! –dije exaltada– ¿cómo es posible que no hubiera ningún profesor por ahÃ? ¿por qué no le dijiste que la habÃa escondido alguien más?
–No le dije quién lo habÃa escondido porque si me hizo eso a mà sin tener razón, no me imagino que pudo ser capaz de hacerle a Tamara. –Dijo con una tranquilidad que nunca pude entender.
–¿Qué hicieron tus papás? Dime que se dieron cuenta –dije, en este momento ya habÃamos cambiado papeles, yo era la desesperada y ella la tranquila.
–Les dije porque al dÃa siguiente no me sentÃa bien, mi garganta comenzó a inflamarse, me dolÃa y se me complicaba respirar –decÃa mientras tenÃa sus manos alrededor de su cuello.– Mis papás explotaron cuando les conté cómo habÃa pasado todo, querÃan demandar hasta a la escuela. Fui al hospital y estuve en urgencias, mi mamá tomó evidencia y las llevó a la escuela e hicieron que los papás de Rogelio supieran lo que habÃa hecho. Ofrecieron pagarme los gastos médicos pero mis papás no aceptaron, lo único que aceptaron fue que se cambiara de escuela y asà fue, no lo volvà a ver hasta la preparatoria.
–¿Es Rogelio…? –dije su apellido y el grupo en el que estaba y Rohanna asintió con la cabeza.– No puede ser, nunca terminas de conocer a alguien.
–Ya sé –dijo desanimada.– Creo que eso ha sido lo más grave que me ha ocurrido. Ahora en la preparatoria no me ha pasado nada que no pueda superar, ahora sà sé lo que es amistad y tengo amigos realmente buenos, que me quieren como soy.
–Ay Ro, en serio que feo que hayas pasado por todo esto –dije con tristeza.
-No te preocupes ya está un poco superado, mi mente a veces no lo recuerda, pero bueno ya, hay que cambiar de tema, ¿cómo te fue con la Silver?
–Muy bien Ro, muy bien –dije entre risas.
Asà dejamos de tratar el tema del bullying en nuestra conversación. Llegó de manera repentina y de la misma forma se fue. Un tema difÃcil para la vÃctima y con muchas sorpresas para quienes no lo vivimos directamente. El bullying no está justificado en ningún caso. La vida de alguien es importante en todos los sentidos y aunque algunas personas se hacen más fuertes con esas vivencias, hay quienes tienen un trabajo más duro para superarlo. Enseñemos mejor, demos más amor y ayudemos a quienes vemos que nos necesitan en este tipo de situaciones, nunca hay que quedarse callados.
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