El mal del puerco - S. A. S. A.



Era un día de verano casual en el que, como de costumbre, solía disfrutar de una salida tranquila con mi novio. Salimos a comer y teníamos planeado pasar todo el día juntos haciendo diversas actividades, siendo la ida a un restaurante  la primera, la cual resultó no ser  la mejor decisión de todas. 

Al llegar al restaurante pedimos una pizza de la cual yo solo comí tres rebanas, ya que eran bastante grandes; sin embargo, mi novio se comió cinco rebanadas y no conforme con eso pidió un plato de lasagna y un postre. Yo la estaba pasando bastante bien, además, me sentía  emocionada de pasar al siguiente plan, que era ir al cine; pero al voltear a ver la cara de mi novio me di cuenta de que le estaba dando “el mal del puerco”. Tenía cara de que se estaba durmiendo. Entonces, con un tono notorio de decepción, le pregunté:

-¿Qué tienes?¿Te dio “el mal del puerco” verdad?

-Sí, y de hecho, tengo bastante sueño. -Me respondió él con una cara de culpa.

-Entonces… ¿Eso significa que ya no haremos los demás planes que teníamos? -Le dije yo con una mirada y un tono algo tristes.

-No, no te preocupes, sí los haremos- Me contestó con una mirada de sueño.

-¡Ya sé! ¿Qué tal si te duermes en el carro un rato, yo te cuido y después, ya con energía, retomamos nuestros planes? -Le propuse yo.

-No, no sería muy seguro -contrapuso él.

-¿Y si vamos a tu casa?

-No, están mis padres. Tengo una idea pero suena algo descabellada y no sé si te gustará. 

-¡Suéltala! ¡Suéltala!- Le dije con desesperación.

-Y si… ¿vamos a un motel?- Respondió con la mirada abajo.- Dormiría una hora nada más. ¿Qué te parece?

-¡Sí! -Le respondí sin dudarlo un poco -¡Vayamos!

Entonces nos subimos a su carro y nos dirigimos al primer motel que se viera confiable. Al llegar a la ventanilla del lugar todo parecía estar yendo de manera normal, la ventanilla era oscura y yo pensaba que no nos veían, hasta que la recepcionista dijo:

-Muchacho, tu acompañante se ve muy chica. ¿Tendrá de casualidad una identificación?

Entonces solo nos volteamos a ver y le dijimos a la recepcionista que no tenía. Cómo poder explicarle a esta que mi novio solo se iba a dormir porque le había dado “el mal del puerco”. Así que simplemente nos dispusimos a irnos. Yo estaba roja de pena por lo que acababa de pasar, mientras él solo se reía y me decía que mejor dejáramos el plan para otro día; pero yo me negaba. Le dije:

-¡Vayamos a otro! Hagamos otro intento, pero esta vez yo me volteo hacia otro lado.

Él aceptó y así fue, logramos entrar con éxito al lugar. Ya dentro, él se acostó y se quedó dormido de inmediato. Se supone que yo lo cuidaría para despertarlo en una hora. Desafortunadamente, yo también me quedé dormida y al despertar nos dimos cuenta que ya habían pasado casi tres horas. 

Nos despertamos de inmediato y al bajar rápidamente las escaleras para llegar al estacionamiento, él se tropezó y cayó doblándose el pie. Me dirigí rápidamente hacia él y con cara de dolor él solo me decía que le dolía demasiado y no podía caminar. Me pidió que lo ayudara a subirse al asiento del carro y así hice, poco a poco lo logramos, pero estaba claro que él no podía conducir y yo no sabía hacerlo. Entré  en pánico y no sabíamos qué hacer, o a quién llamar, por lo que mi primera opción fue la de llamar a sus padres para que lo llevaran a un hospital y así mismo se llevaran su carro del lugar.

Tomé valor y  llamé a su madre para decirle que estábamos en un motel, que su hijo se había doblado un pie y que necesitábamos que por favor nos ayudara. Ella solo respondió con tono de sorpresa que le mandara la ubicación y que llegaría de inmediato. 

Al llegar ellos conducimos a mi novio al hospital y su padre se encargó de mover el carro. Su madre solo nos miraba con cara de decepción mientras yo trataba de explicarle lo sucedido. Ella solo me contestó que no le dirigiera la palabra. Yo, con cara de vergüenza, simplemente asentí. Pasaron  por mi mente preguntas como: ¿Por qué no solo dejé pasar el plan para otro día? ¿Por qué me quedé dormida? ¿Por qué tuvo que comerse tantas pizzas?

Más tarde me llevaron a mi casa, y por fin aquel terrible día acabó. Tiempo después terminé con mi novio por razones ajenas, pero me quedé  con una anécdota algo vergonzosa pero chistosa y con una ex suegra que terminó odiándome.


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