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Mamá Natalia - Danna Paola Badillo
Clo 5:24:00 a. m. 0
No recordaba cuánto tiempo llevaba de pie frente a ti. Sabía que había personas a mi alrededor que esperaban ocupar mi lugar, pero solo podía ver y tocar tu hermoso cabello negro y rizado suelto como te gustaba, aunque por más que buscaba le hacía falta algo, no tenía ese brillo que lo hacía único, ese brillo que a pesar de solo haber transcurrido unas horas extrañaba.
Siempre me dijiste que era una niña muy inteligente, me hacía muy feliz ver lo orgullosa que estabas de mí cuando ilusionada te enseñaba mis diplomas; no te gustaba verme triste y cumplías todos mis caprichos, llevándole la contraria a mi mamá cada vez que de consentirme se trataba, justo como la última vez que te vi.
Mientras veía tu pálido rostro sentí un vacío desconocido, era un sentimiento que cubría cada parte de mi cuerpo y pronto descubriría, me acompañaría en cada respiro, cada momento de felicidad y tristeza, en las noches donde acompañada del recuerdo de tu sonrisa se abriría una grieta que ingenuamente creía sanada.
A mis nueve años sabía que la muerte nos acechaba a cada momento, pero simplemente la posibilidad de perderte era inexistente, ignoraba las idas y venidas del hospital, solo veía la luz y amor que transmitías a pesar de la cruel enfermedad que esperaba pacientemente dar su estocada final.
Miré a mi alrededor siendo consciente por primera vez del dolor que ensombrecía la expresión de todos. En una esquina alejada de la multitud estaba la única persona que podría reconfortar mi estropeado corazón pero era incapaz de acercarme, mi hermana se encontraba a mi lado apoyándome como siempre lo había hecho pero la soledad se abría paso deprisa y sin compasión a través de mí. Volví a ver a esa persona que ahora era consolada por mi papá; comprendí en ese momento que así como yo necesitaba aferrarme a mi mamá, ella estaba enfrentando la pérdida de una parte de su ser, era algo para lo que nadie estaba preparado, ¿cómo alguien se podía imaginar la terrible sensación que te invadía al quedar desprotegida de tu pilar, de la persona que te da la vida? Entendí entonces que debía darle su espacio para aprender a vivir con ese dolor.
Envuelta en ese mar de llanto y desolación recordé la mañana de este día, en cómo desperté junto a mi hermana lista para, como hacíamos todas las mañanas, alistarnos e ir con la ilusión de jugar y aprender algo nuevo en la primaria, pero notaba que algo había cambiado, el ambiente se sentía pesado y la confusión llegó rápidamente a mí. No estaba ese buenos días de mi mamá junto a una sonrisa, el aroma del desayuno no impregnaba cada rincón de la casa, no escuchaba las llaves de mi papá como siempre cuando se marchaba al trabajo, lo único que descubrí fue silencio. Triste creí que no iríamos debido a las constantes lluvias que siempre aparecían en enero, no era consciente del dolor que se avecinaba.
Miré aliviada a mi papá pero su rostro serio y triste me confundió aún más, traté de no preocuparme cuando nos llevó a su recámara para darnos una noticia importante. Ahí vi algo que no pude ignorar y en el fondo sabía lo que me dirían, no lo quería aceptar pero los ojos rojos e hinchados de mi mamá me lo confirmaban.
No sé cómo describir los sentimientos que llegaron a mi cuando escuché que ahora tenía un ángel que me cuidaría, esa fue la mejor manera que encontraron para explicarme tu muerte, y aunque lo entendía, me negaba llorando a creer que eso era algo que podía pasarte a ti, ¿por qué tú, ahora a quién le enseñaría mis diplomas, a quién esperaría cada tarde para jugar, quién haría mi comida favorita?
A partir de ese momento todo ocurrió como un recuerdo fugaz, estaba perdida en mis pensamientos buscando la forma de no sentir esa presión en el pecho, traté de no imaginar cómo sería mi vida sin ti porque eso me lastimaba más. No sabía qué hacer, nadie me había enseñado cómo enfrentar la muerte de alguien que amas, debía pasar por ese famoso duelo que me trataron de explicar pero no quería, simplemente esperaba despertar de esa pesadilla y verte sonriendo esperando que te peinara aunque siempre te dejaba nudos en el cabello.
Pronto descubrí que eso no iba a suceder y ahora me encontraba aquí rodeada de rostros desconocidos, estaba cansada pero me mantuve a tu lado porque no quería que te sintieras sola como yo. Me reconfortaba creer que me podías escuchar y traté de despedirme pero eso es algo que nunca he podido hacer.
Los días transcurrieron lentamente, monótonos y sin sentido; me desmoronaba simplemente con escuchar tu nombre, el llanto era tan profundo que en cada lágrima derramada el vacío incrementaba. Me desagradaba preocupar a mis padres por lo que guardé todo recriminándome cada que demostraba tristeza, siempre había sido una niña feliz y traté de serlo de nuevo.
Pasaron los años sin ti y la herida sanó pero nunca cicatrizó, la felicidad llegó y llenó el hogar gracias a ese pequeño ser que me prometí cuidar siempre. Sólo hasta ese momento vi sonreír sinceramente a mi mamá, la tristeza dejó su semblante para darle paso a la ilusión.
Desilusionada descubrí que el tiempo no logró lo que tanto me prometían, el vacío sigue ahí recordándome tu ausencia, nunca sentí tanto miedo como cuando comprendí que las memorias a tu lado irían desvaneciéndose, pero confío en que la vida nos dará nuestro primer reencuentro mamá Natalia.
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