La xologirl tóxica - J. L. E. A.


El inicio del final. Todo comenzó a mediados de septiembre del 2019, cuando recién entraba a laborar en el gimnasio “FIT” en el área de ventas. Fue en este momento donde creí estar realizado, pues trabajaba en algo que me gustaba y en un campo donde tenía dominio del tema. Recién se cumplían 12 meses de mi separación con mi antigua pareja y empezaba a querer salir o darme la oportunidad con alguien más. No sabía si realmente era lo que quería, pues soy de los que creen que es mejor cuando las cosas se dan por sí solas.Y fue así como todo sucedió. 

El tiempo pasó y ya nos encontrábamos a finales de octubre, se sentía en el ambiente Halloween y su spooky season.  Fue  en esos días, no recuerdo exactamente qué día, cuando la conocí. Ella estaba en recepción platicando con  el encargado. Yo me encontraba concentrado en lo mío hasta que escuché mi nombre y levanté la mirada. Los dos me estaban viendo y él me presentaba diciendo que era nuevo, por lo que ella se acercó y me empezó a sacar plática.

Después de agregarnos en redes sociales y llevar unos días platicando -yo diría que coqueteando- planeamos salir algún día. Yo no sabía cuándo podría ser una buena oportunidad, hasta que mi mejor amigo me habló por teléfono y me dijo:

-Wey. ¿Qué harás hoy?

-Pues nada, creo, ahorita estoy trabajando y salgo hasta las 9 de la noche. ¿Por? ¿Querías hacer algo?

-No, o bueno sí, pero es que Gema y yo íbamos a ir al cine, pero mejor nah, iremos a hacer otra cosa.

-Ah bueno, pa saber.- Respondí.

-No seas mamón we, te decía por si no querías tú los boletos para ir con alguien o no sé si ya quedaste con alguien.

-No, no tenía planes, pero arre te los acepto, ya sé con quién podría ir.

Es así como el plan de salir se dio por sí solo. Ella era xologirl y en esas fechas había partidos, entonces primero le hablé preguntando si iba a estar ocupada o si podíamos salir.  Ella me respondió que no, que no estaría ocupada después de las 8 de la noche, ya que después del medio tiempo ya se podían ir ellas o quedarse al partido. Le dije que la hora de la película era a las 9:40pm y que yo saldría unos quince minutos más temprano del trabajo para poder ir a mi casa a cambiarme e ir por ella.

El cine donde veríamos la función estaba en Galerías, así que le quedaba cerca del estadio de los Xolos, por lo que quedamos en vernos dentro del cine.

Cuando llegué al cine me senté y le escribí para avisarle que estaba esperándola. Ella me respondió con un:

-Vas a odiarme.

Tan solo al ver el mensaje en la notificación pensé que todo se cancelaba y mejor buscaba a quién venderle los boletos, o a alguna pareja que le  interesara la película para regalárselos. Le pregunté por qué lo decía o qué había ocurrido… aunque yo ya me podía dar una idea de lo que iba a pasar. Ella me explicó que su papá no le había dado permiso, ya que era de noche. Yo le comenté que lo entendía y que estaba todo bien. Pero no pasaron ni tres minutos cuando alguien se me acercó por detrás y me tapó los ojos.

No sabía quién era, así que me levanté sorprendido. Al abrir los ojos vi que era ella riéndose y diciéndome que solo era una broma y que lo sentía. Desde ese día empezamos a vernos más seguido, salir más y conocernos mejor.

El tiempo avanzó y ya nos encontrábamos en la primera semana de diciembre, lo que significaba que empezaban las posadas. Llegó el día de la posada del trabajo y ese día estuvo pesado desde temprano, pues tenía muchas cosas que hacer (personales y laborales). Por ese motivo casi no toqué mi celular.

En cierto momento noté que estaba entrando una llamada y vi que era ella, pero yo estaba ocupado atendiendo un cliente. Cuando este se fue vi un sinfín de mensajes de ella preguntando por mí, qué hacía, dónde estaba, etc. Yo, al leer esto, me quedé sin palabras, pues ese tipo de cosas no me gustan en una relación. No me gusta que una mujer sea tan posesiva. Le contesté argumentando que era un día pesado en el trabajo y que a duras penas agarraba el celular.

En la noche, después de un intenso día, creí que podía relajarme en la posada del gimnasio con las amistades que había hecho ahí, pero mi error fue no darme cuenta de que salía con una tóxica. Durante la celebración me entraban llamadas y mensajes, aún cuando yo le había dicho que estaría en la posada pasando el rato. Cuando la posada terminó decidimos hacer el after en “Lico Bar” y seguir disfrutando el día, mas tuve la “mala suerte” de que en el local se encontraban amigas que no veía en un tiempo. Ellas me saludaron y se quedaron un rato conmigo. Al mismo tiempo subían historias a sus redes sociales, las cuales pudo ver la xologirl con la que salía. Esto desencadenó una segunda ola de mensajes y llamadas suyas. Hasta la fecha sigo sin saber cómo vio tan rápido esas historias o si había amigas de ella ahí espiándome. No lo sé y nunca lo sabré con exactitud.

Pasaron tres días y se celebraría la posada para los clientes del gimnasio; es decir, ahora me tocaba trabajar y estar en la noche para atender a los socios que llegaban a la posada. Esta muchacha, al ser clienta del gimnasio, estaba invitada. 

Ella se acomodó en una mesa con conocidos y me pidió que la acompañara. Yo le respondí que no podía, pues me habían encargado la recepción y no podía abandonar mi puesto. Ella optó por acercarse a la recepción un par de veces y ahí platicamos un rato. Insistía en que me sentara en su mesa, así que le recordé con firmeza que no podía, yo me encontraba trabajando y me podrían regañar o sancionar. Tras mi respuesta ella volvió a su mesa, no sin antes decirme que yo andaba de “mamón”.

Alrededor de las diez de la noche ya teníamos autorización para retirarnos, así que le mandé un mensaje preguntándole si no quería que la llevara a su casa. Tras recibirlo, ella se acercó a la recepción seria y con cara de deprimida. Yo no entendía qué pasaba, y al salir de las instalaciones le pregunté si algo tenía o algo le preocupaba. Ella me respondió preguntándome si podíamos ir a la playa a caminar, porque quería despejarse. Le contesté que sí.

- ¿Qué tienes? ¿Estás enojada? Pregunté.

-No, nada, es solo que duele y me saca de onda ver a alguien que estuvo conmigo andando con alguien más. Respondió.

Yo me quedé impactado con esa respuesta y con cara de WTF, pues me decía en mi mente: “Pero estás saliendo conmigo, ¿extrañas a tu ex o algo?”. No obstante, me limité a decirle que no entendía a lo que se refería. Ella me respondió:

-Es que ahí en el gimnasio estaban Daniel y Caro muy juntos, y creo que se estaban tirando la onda.

Daniel era su ex, quien también era entrenador en el gimnasio. Él y yo teníamos una buena relación como amigos. Aun cuando él sabía que yo salía con ella jamás cambió nuestro trato. Solo recuerdo que me dijo:

-No más trucha, porque la morra medio se le cruzan los cables y te quiere estar monitoreando todo el día.

Claro que en ese entonces yo lo tomé como una broma o como un comentario negativo solo porque era su ex. Ahora veo que me equivoqué.

Después de que la xologirl me dijera -en pocas palabras- que le dolía ver a su ex con alguien más yo me quedé callado y pensativo. Simplemente conduje hacia su casa. Ella, al ver la dirección en la que íbamos me preguntó:

- ¿No íbamos a ir a la playa?

Yo, cada vez más sacado de onda, me cuestionaba cómo era posible su actitud. ¿Acaso no se da cuenta de lo que dijo? Opté por decirle:

-Lo que pasa es que no me acordaba, pero mañana entro a trabajar a las 7:00 de la mañana y no quiero quedarme dormido, perdón.

Seguí manejando hasta llegar a su casa. 

Al detener el auto ella se bajó y me habló:

-Oye, pero te quiero y no quiero que esto afecte lo nuestro.

-Igual yo.- Le contesté. Mentí.

Cerré la puerta y me dirigí a mi casa.

A esas alturas yo definitivamente ya no quería seguir con ella. No estaba cómodo con su comportamiento y menos con la situación que se creó esa noche. En mi cara le lloró a su ex.

Teníamos una última cita, aunque ella no sabía que sería la última. Desde hacía tiempo había comprado boletos para el estreno de la última película de “Star Wars” e iríamos juntos. Ese día ella se encontraba algo agripada y tenía escurrimiento nasal. Era una función 4D, así que usábamos lentes. Ella es de esas personas que usualmente son algo estridentes, y reaccionaba en voz alta a las escenas del filme. Me hablaba en voz alta y gesticulaba. Sentí mucha vergüenza por su comportamiento. Veía cómo las personas a nuestro alrededor volteaban y movían la cabeza. Al rato me cuestiona en voz alta:

- ¿Por qué andas de mamón? ¡Es que no me haces caso!

-No, no estoy de mamón, pero estamos en el cine y pues estamos viendo la película.

-Pero es que te estoy hable y hable y no me volteas a ver. 

-Sí te hago caso, pero estamos viendo la película, tú querías verla ¿no?

Después de esa pelea yo no me encontraba para nada cómodo y solo pensaba en levantarme e irme. Finalmente, la película terminó y salimos hacia el estacionamiento para subirnos al carro e irnos.

Durante el trayecto en el auto ella inicia otra conversación.

-Vengo bien cagada contigo, la neta.

- ¿Pero por qué?- Respondí.

-Pues porque andabas de mamón y cuando me puse a llorar por la película no me pelaste.

- ¿Lloraste? Pero no sabía, no te podía ver.- Le comenté.

- ¡No te hagas! Si me tenías al lado y te valió, además de que tenía escurrimiento nasal.

-Sí -le comenté- sí noté eso, pero desde que llegamos tienes escurrimiento nasal porque tienes gripa. ¿Cómo iba a notar la diferencia?

-Ya nada, ya vámonos.  

Al llegar a su casa retomó el tema.

-Yo creo que hasta aquí deberíamos dejarlo, pues tú tienes unas actitudes que no más no, no van conmigo y no puedo con ellas.

-Claro -le dije.- Yo entiendo, y sí, supongo que tienes razón. Tú tienes tu forma de ser y yo la mía. Al parecer no combinan y es mejor como amigos, ¿no? Así estamos mejor.

Siento que ella no esperaba esa respuesta, pues su semblante cambió y se trababa al hablar.

-No, pero es que no te mereces esto, tú eres buen muchacho y yo me porto de esta manera.- Dijo ella.

-Tranquila, no pasa nada, sin rencor, en serio que estamos bien. Tú no hiciste nada mal y yo tampoco, así que equis, estamos bien como amigos.

Empezó a llorar, aunque yo sabía que era fingido. Estaba casi seguro de que esas no eran las respuestas que ella quería. Entre lágrimas me dijo:

-Pero no quiero que me odies porque me caes muy bien y tenemos buena cura.

-Sí, le digo, tú tranqui que todo está bien y seguimos hablando, no de la misma manera, pero pues veremos que sale.

Llorando se baja del carro para cerrar la puerta y caminar a la entrada de su casa. Ese fue el último día que la vi, por suerte.

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