Cuestión de mentalidad - H. J. Miranda Cárdenas



Me dirigía a clases en la preparatoria y caminando por los pasillos llamó mi atención un cartel pegado en una de las paredes.  Me acerqué a mirar de qué se trataba. Convocaba a todos los grupos a participar en un torneo de fútbol sala que  era organizado por el profesor de deportes de nuestra escuela. Desde que tengo memoria siempre he sido fanático del fútbol, tanta fue mi pasión por ese deporte que por prestarle más atención que a las clases mis notas en la escuela fueron en declive. 

Yo cursaba el cuarto semestre de preparatoria. Por un momento, tras ver el anuncio, pensé en no participar en el torneo y solo concentrarme en la escuela, así que seguí mi camino rumbo al salón de clases.

El profesor de la clase a la cual me dirigía presentó un inconveniente, por lo cual iba a llegar tarde, pero las autoridades de la escuela nos pidieron que permaneciéramos en el aula.  Antes de que se presentara el profesor, mi amigo Chucho me empezó a hablar acerca del cartel que vi anteriormente y me propuso que junto con él formara parte del equipo que se encargaría de representar a nuestro salón en dicho torneo. Como lo comenté anteriormente, no pensaba participar en el torneo, pero en ese momento sentí algo que me hizo cambiar de opinión, así que por lo cual decidí aceptar la propuesta.

Chucho y yo nos encargamos de juntar al resto de los integrantes que conformarían el  equipo, los cuales eran:  Javi, Marcos y Checo. Javi era jugador de la selección de básquetbol de la preparatoria, pero era también un buen jugador de fútbol. Marcos era un buen portero que contaba con muy buena experiencia adquirida en equipos de fútbol en los cuales jugaba todos los sábados; y Checo era de uno de los mejores jugadores de fútbol de toda la preparatoria y, junto con Chucho, eran miembros de la selección de la escuela.  Entre todos nos pusimos de acuerdo para elegir al capitán del equipo el cual fue mi amigo Chucho y también decidimos llamar a nuestro equipo Chapecoense en honor a un equipo de fútbol brasileño.

Se llevó a cabo una junta entre los capitanes de todos los salones de la preparatoria para aclarar algunas reglas y dar a conocer el formato del torneo. Como éramos muchos salones y algunos de estos presentaron dos equipos, se decidió hacer dos eliminatorias: una para los grupos del turno matutino y una para los del turno vespertino (nosotros nos encontrábamos en el vespertino).  Los partidos se iban a llevar en los turnos opuestos (si eras del turno matutino te tocaba jugar en la tarde y viceversa) para evitar que los horarios de los partidos coincidieran con los de las clases. Esa misma noche nos llegó un mensaje con el calendario de los partidos que se iban a realizar y se presentó la casualidad que nosotros íbamos a inaugurar el torneo contra uno de los equipos más fuertes: Punchline, el cual estaba conformado por alumnos de sexto semestre y que la mayoría anteriormente había estado en la selección de la escuela, de modo que  eran muy buenos jugadores.

Un nuevo día comenzó, y junto con él también el torneo dio inicio. Mi equipo y yo llegamos media hora antes del partido para hablar de estrategias para el partido y para calentar, nos acomodamos en nuestras posiciones y dio inicio el partido. El partido empezó de manera favorable para nosotros puesto que con dos goles de Checo y un gol de Chucho nos pusimos en ventaja, pero nunca esperamos lo que iba a venir: El portero del equipo contrario mandó un balón filtrado hacia su delantero por lo cual nuestro portero Marcos salió a taparlo y el delantero del equipo contrario puso la pierna de manera que al hacer contacto con Marcos le lesionó el tobillo. Había mucha gente espectando el partido y haciendo mucho ruido en el transcurso de este, pero en ese momento se apreció un enorme silencio.  Corrimos a ver como se encontraba nuestro compañero y amigo, pero lamentablemente no se pudo reincorporar y tuvo que ser llevado a la enfermería de la escuela y posteriormente a un hospital para que lo revisaran de una manera más adecuada.  

El partido tenía que continuar, pero nosotros ya no teníamos portero y quedamos con un jugador menos y para colmos no teníamos a nadie que pudiera entrar a sustituir a Marcos, así que decidí tomar el riesgo y me ofrecí para ocupar la posición de portero ya que contaba con algo de experiencia , aunque no era muy bueno. El partido continuó y el equipo contrario aprovechó su ventaja numérica y terminó remontando el partido. Salimos muy decepcionados del partido y nos dirigimos a nuestro salón porque teníamos clase de cálculo.  Pensamos que no podía ir peor el día, pero nuestro maestro anunció que la siguiente semana teníamos examen de cálculo y consecuentemente me dio un inmenso dolor de cabeza.

No todo fue malo ese día, nuestro compañero Checo habló con el profesor de deportes y debido a la situación de la lesión nos dejó contar con dos refuerzos adicionales. Decidimos invitar a dos jugadores de la selección de la escuela para que se sumaran al equipo y estos dos aceptaron la invitación.

Llegada la noche nos llegó un mensaje de nuestro compañero Marcos diciendo que iba a estar unos meses en muletillas debido a la lesión. Junto con ese mensaje nos llegó una notificación que decía que teníamos   que ganar todos los partidos si queríamos seguir con vida en el torneo.

Esa noche no pude dormir debido a la presión de que mi examen de cálculo estaba muy próximo y aparte vino a mi memoria un mal recuerdo de mi infancia: tenía aproximadamente unos 10 años de edad y jugaba en un equipo de la liga para menores de la ciudad, en ese partido no se presentó el portero de nuestro equipo y jugábamos contra la selección de Tijuana, decidí en ese partido ser  el portero, pero tuve una pésima actuación y me terminaron encajando 7 goles. Ese día recibí muchas burlas y comentarios negativos por parte de mis compañeros de equipo, a tal grado que  terminé llorando en el carro de mi padre.  Pasado el tiempo logré por fin salir del recuerdo y conciliar el sueño.

Al día siguiente volvimos a llegar temprano mis compañeros de equipo y yo para definir el futuro del equipo y se tomó una decisión crucial para el transcurso del torneo:  se decidió que yo iba a ser el portero durante todo el torneo. Terminé aceptando la decisión, aunque a mi memoria vino de nuevo el recuerdo de aquel trágico partido, por lo cual estaba con la moral muy baja. Debido a mi estado de ánimo no me desempeñé de una muy buena manera y terminé encajando muchísimos goles, pero mis compañeros de equipo lograron sacar el partido adelante y terminamos ganando este partido. Este mismo suceso aconteció en los siguientes dos partidos por lo cual mis compañeros se molestaron.

El viernes de esa semana tuvimos un partido crucial, en el cual debido a la cantidad de goles que recibimos el equipo tenía que ganar por una diferencia de 17 goles, ante esta situación ocurrió algo muy extraño para mí: mis compañeros en vez de darse por vencidos, salieron con una mentalidad diferente y dando lo mejor de sí lograron concretar la hazaña. Los contrarios solo tuvieron dos ocasiones de gol, pero las logré repeler de muy buena manera. El árbitro pitó el final del partido y todos corrimos a festejar, pues esta victoria nos daba el pase a la etapa semifinal del torneo.

Llegó el fin de semana y me puse a reflexionar acerca de lo que había pasado en el partido anterior. Llegué a la conclusión que todo es cuestión de mentalidad, el pasado es algo que no podemos cambiar y solo la manera en la que afrontamos las situaciones  determinará si estas nos son favorables o desfavorables, así que me puse a estudiar todo el fin de semana, ya que el examen de cálculo que definiría mi futuro en el semestre era el lunes.

El día del examen no me puse nervioso puesto que estaba muy seguro de mí porque me preparé de manera correcta. El profesor nos entregó el examen y con calma resolví cada uno de los ejercicios, cuando se terminó el tiempo  el profesor anunció que el día siguiente daba calificaciones y proseguimos a entregarle nuestro examen.

Más tarde tendríamos nuestro partido semifinal, para eso decidimos entrenar unas horas antes del partido. Cuando nos dirigimos a la cancha nos topamos con el capitán del equipo al que íbamos a enfrentar, este se dirigió a nuestro capitán y le dijo que nos iba a derrotar y que yo no tenía chance de parar ninguno de sus tiros.

Este acontecimiento en vez de causar desánimo ocasionó que aplicara lo que reflexioné, así que me puse a trabajar en mis debilidades logrando mejorar varios aspectos que como portero me fallaba, pero no lograba superar aquel trágico suceso donde me encajaron 7 goles y a mi cabeza siguieron viniendo los malos comentarios de esa vez.

Después del entrenamiento, nos dirigimos a hidratarnos, puesto que el partido iba a comenzar en unos minutos. Cuando ingresamos de nuevo a la cancha nos percatamos que todo nuestro salón nos fue a apoyar. Nos dirigimos a nuestras posiciones y comenzó el partido. El entrenamiento no fue en vano, logré repeler varios ataques de nuestros contrarios y mis compañeros se encargaron de ponernos en ventaja. Unos minutos antes de acabar el primer tiempo realicé lo que para muchos fue la atajada del torneo: el capitán del equipo contrario recibió el balón y con una media vuelta realizó un disparo muy potente a pocos metros de la portería, lo cual hizo que fuera casi imposible de atajar, pero gracias a los reflejos trabajados anteriormente logré con un movimiento acrobático detener el balón. El resto del partido fue muy difícil, pero logramos sacar la victoria con una diferencia de un gol.

Terminado el partido festejamos el pase a la final, y nos llegó la noticia de que nuestro rival en la gran final sería Punchline y que el partido sería al día siguiente. Debo reconocer que me puse un poco nervioso, ante esto mis compañeros me animaron y demostraron que tenían muchísima confianza en mí.

Llegó el gran día, entré a mi clase de cálculo, en el salón había una tensión muy grande porque el profe iba a dar nuestras calificaciones. El profesor mencionó mi nombre y mi calificación: había sacado un 9, eso bastaba y sobraba para poder pasar con una buena calificación por lo cual me puse muy feliz y una energía muy positiva entró en mi cuerpo.

Era hora del partido, el lugar estaba completamente lleno de alumnos y profesores que tenían la curiosidad de ver quien se quedaba con el título. Mucha gente nos apoyaba y eso influyó mucho en lo anímico por nuestra parte, pero todavía quedaba algo: el recuerdo del mal partido que tuve cuando era niño, eso era algo difícil de superar, pero aun así decidí afrontar el partido. Conforme pasó el partido logré adaptarme fácilmente a él y conseguí tapar todas las ocasiones del equipo contrario. Mis amigos volvieron a mostrar su apoyo e hicieron un cartel con mi nombre, fue así que gracias a ese apoyo, y a que me propuse dar lo mejor de mí, que logré superar aquel acontecimiento y en consecuencia di un gran partido que concluyó con marcador de 12-4 a nuestro favor.

Cuando terminó el partido todos corrimos a festejar el título con Marcos, quien se encontraba entre los espectadores y entre todos lo cargamos en muestra del apoyo y la amistad que teníamos, cuidando de  no lastimarlo.

Más tarde se hizo una ceremonia enfrente de toda la escuela para premiar a los ganadores, todos recibimos nuestras medallas incluyendo a Marcos y así concluyó una de las mejores experiencias que he tenido en mi vida.


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