La camioneta de Erick - D. Ordaz



Los amigos son para mí algo muy importante en la vida; y más mis mejores amigos de la prepa, con los cuales sigo llevando una relación de amistad increíble. 

Recuerdo que era el 1ro de junio del 2018, era el cumpleaños de mi mejor amigo Samuel, y para festejarle, iríamos a la playa saliendo de la escuela. Todos los que iríamos  estábamos desesperados por que diera la hora de la salida, nos juntamos en receso y no parábamos de hablar sobre lo bien que lo pasaríamos. 

En el  momento de salir de la última clase fui hasta el estacionamiento de la escuela porque ahí nos veríamos para irnos todos juntos. Fue mi amigo Marvin el último que salió de sus clases y el último en llegar al estacionamiento. Cuando ya por fin estábamos todos, dimos arranque hacia el Calimax que estaba dando vuelta a la escuela para ir a comprar las cosas que necesitaríamos para hacer de comer en la playa y -como buen mexicano exagerando todo- “no morirnos de hambre”.

Cuando llegamos a la playa nos sorprendió lo vacía que estaba, y lo primero que pensamos fue que estaríamos más a gusto sin nadie que nos molestara. Después de bajar todas las cosas de la camioneta y bajar a la playa, empezamos a jugar un “tochito” para iniciar bien la tarde. 

Después de varios minutos nos dimos cuenta que había una rampa de terracería por donde podíamos bajar la camioneta. Decidimos bajarla para poder hacer sombra y tener música  con el estéreo del carro. 

Ya daban las 4 de la tarde y mi amigo Erick, el cual era el dueño de la camioneta, dijo que por qué no dábamos unas vueltas en la camioneta, ahí mismo en la arena. Como buenos desmadrosos que somos todos, obviamente dijimos que sí. 

Yo me subí en la camioneta las primeras 3 vueltas que dimos, pero para que todos alcanzaran a subirse le dejé mi espacio a Marvin. Lo que no sabíamos era que en ese momento estábamos por vivir una de las experiencias más significativas de nuestras vidas, o una experiencia para recordar en todas las salidas. 

Mi amigo Brayan, al cual le decimos “Pompe”, quiso llevarse el carro en esa vuelta.  Mi amigo Erick le dejó las llaves y él fue a dar su vuelta por la parte de la playa. Se alejó bastante, y cuando venía de regreso hacia nosotros trató de dar una curva muy cerrada, lo cual hizo que todo el carro se volteara. 

Las 3 personas que no nos subimos en esa vuelta, estábamos en shock, y cuando reaccionamos fuimos a ayudar. Fue bastante impactante el ver el montón de vidrios rotos tirados por la arena, a mis amigos que iban colgados por la parte trasera de la cajuela tirados en la arena por el golpe que se habían dado, y viendo cómo podíamos sacar a mis 4 amigos que iban dentro. 

Lo más impresionante es que a nadie le pasó nada de gravedad, no pasaban de unos simples cortes por los vidrios rotos. Al estar ya todos afuera, lo primero que se nos vino a la mente es que teníamos que sacar la camioneta de la playa. En cualquier momento podría llegar un policía y llevarnos -con toda razón- a todos. 

Como pudimos le dimos vuelta a la camioneta, pero no arrancaba. Todo el motor sufrió daños, lo cual le impedía  prender en ese momento. Le pedimos ayuda a unos señores que estaban al fondo de la playa, y que traían unas camionetas mucho más grandes que las de mi amigo. Después de varios intentos, logramos poner el carro en la acera de la calle, ahora lo importante era pedir la grúa para que pudieran mover el carro hacia la casa de Erick. En esos momentos se nos acercó una pareja que desde el inicio nos vio llegar. Nos dijo: "Muchachos, apúrense,  porque una señora le marcó a la policía". En ese momento todos entramos en pánico, empezamos a juntar todo el dinero que teníamos para poder completar para la grúa, y afortunadamente, lo juntamos casi exacto. 

Como éramos varios, decidimos separarnos para no hacer tanto bulto. Fueron 50 largos minutos hasta que  nos marcó Erick a todos para que ya regresáramos a donde habíamos dejado el carro. Cuando  llegamos, el carro ya estaba sobre la grúa. Pareciera que todo estaba resuelto, hasta que volteamos hacia la calle principal y vemos cómo una patrulla se nos acerca. Todos en ese momento sudamos frío. Al llegar el oficial, sólo nos vio, se rió y dijo "tuvieron suerte", para después irse. 

Todos estábamos confundidos por lo que acababa de pasar, pero decidimos largarnos de ahí para poder ir a la casa de Erick y explicarle a sus papás lo que había pasado. 


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