Viernes 13 en la frontera - F. J. Hernandez Sanchez



Francisco salió de su casa y recogió a su vecino y amigo, Rodrigo. Este lo guió a donde vivía su novia Marina; a sus amigos Marcos y Omar los recogieron en el camino mientras se dirigían a Tijuana, para ver “Viernes 13” en un auto cinema que habían abierto hace poco. Por coincidencia, era viernes 13 de octubre y la película se vería en la noche, con un gran frío. Se esperaba que la película tuviera una atmósfera que no se tiene en una ida común al cine, todos estaban emocionados y se podía ver el ánimo alegre.

A pesar de que estaba animado, Francisco también tenía nervios. Sabía manejar, pero nunca había hecho un viaje tan lejos. Se limitaba a moverse en su pequeño pueblo de Tecate, donde los carros son pocos, las distancias cortas y el tráfico no existía.

Ya había estado en Tijuana antes, pero nunca había manejado por sí solo hacia allá, mucho menos sabía como llegar a donde planeaban ir. Pero Omar tenía una idea vaga de cómo llegar, él vivía allá.

Durante su trayecto se acercaron a la primera desviación que tenían que tomar. Al estar muy cerca Francisco preguntó:

-¿Entonces tengo que agarrar la desviación, esa que está aquí antes de llegar a la plaza? 

-Sí, estoy seguro. -Le respondió Omar.

-Si tú lo dices... - dijo Francisco.

Entonces Francisco tomó la primera desviación. Estaban ya a más de 20 minutos alejados de Tecate. Para pasar el tiempo en la monótona carretera, platicaban anécdotas graciosas que les habían pasado juntos en otras de sus salidas anteriores. Las risas no paraban, riéndose de ellos mismos y de otras personas.

Al pasar varios minutos se acercaron a la siguiente desviación que Francisco tenía que tomar. Él esperaba que Omar le dijera en dónde tenía que girar. 

-¿Estás seguro que por aquí? – preguntó Francisco.

-Sí wey, por aquí es, ya mero es donde tienes que darle – dijo Omar.

Francisco tomó su palabra y siguió el camino que Omar le dijo. La carretera estaba llena de baches y con su inexperiencia en manejar de noche, Francisco cayó en muchos de estos. Los nervios que se habían calmado en el transcurso del camino volvieron, no quería dañar su carro, el primer carro que tenía, en su primer paseo fuera de Tecate.

Por suerte para él, no le sucedió nada al carro, y unos minutos después por fin habían llegado a Tijuana. Solo hacía falta llegar al autocinema.

-Según yo es todo derecho y en una parte no más das vuelta a la derecha – dijo Omar.

-Sí, creo que sí, pues es en el parque, ahí vamos a verlo – dijo Marcos.

Francisco continuó manejando. En la ciudad el tráfico era mayor, había carros en todas direcciones. Junto a los nervios le empezó a dar ansiedad, se concentraba en asegurarse de que no fuera a chocar un auto y  en evitar cualquier accidente que pudiera suceder.

-Ojalá esté buena la película – dijo Rodrigo.

-Wey, es “Viernes 13”, va a estar bien culera – dijo Omar, riéndose.

-Qué positivo eres – dijo Marina.

-Ya me conoces – respondió Omar.

Ya estaban muy cerca del autocinema. Francisco por fin podría descansar mentalmente de tener que estar al volante. 

 -Dale a la derecha aquí, conozco una manera de entrar más rápido al parque -dijo Omar.

Francisco, sin idea alguna de dónde estaba, hizo lo que Omar dijo. Dio vuelta a la derecha muy poco antes de llegar al parque. Era un camino recto con los carriles separados por barreras de cemento. Solo podía avanzar derecho y así siguió. Buscó la supuesta entrada, pero al ver que no había manera de dar giro a la izquierda o retornar, Francisco dijo:

- No hay nada, está todo cerrado. 

-¿Dónde nos metiste wey? – preguntó Rodrigo, riéndose.

-Aguanta, es que aquí antes había una forma de entrar, pero ya la cerraron, más adelante hay un retorno, tú dale – dijo Omar, todavía seguro de sí mismo.

Francisco avanzó un poco más, sin retorno alguno a la vista. Lo que sí era visible era una garita para cruzar a Estados Unidos.

-Wey, no hay como regresar, ¿qué hacemos? – dijo Francisco.

Volteaban por todos lados y no encontraban una forma de regresar, pensaron en dar una vuelta e irse en sentido contrario pero un camión detrás de ellos se los impedía.

-No mames, ¿crees que nos digan algo? ¿Qué les decimos? – dijo Francisco, con las manos temblando en el volante y el corazón latiendo muy fuerte.

-No sé wey, yo creo que ahorita no más nos regresan, no creo que nos digan nada – dijo Marcos, tratando de ser positivo.

-Es que sí se ve raro esto. – Dijo Rodrigo, agarrado de la mano con su novia.

-Lo peor es que nadie trae visa wey, ojalá no nos digan nada – dijo Francisco.

El carro marchaba lentamente, no sabían que les esperaba, pero estaban por averiguarlo. Francisco llegó a la garita, estaba ahí un oficial esperándolos. 

-Buenas noches, disculpe, nos metimos por error y nos queríamos regresar, pero ya no vimos cómo, solo queremos darnos la vuelta. – Dijo Francisco, visiblemente temblando.

A los oficiales les importó muy poco la historia, empezaron a preguntar nombres e identificaciones. Francisco y los demás dieron las identificaciones que pudieron, los oficiales se alejaron y se veían platicando. El tiempo pasaba y ninguno sabía qué sucedería. Después de un rato llegó un oficial con un perro, se les pidió a todos bajarse del carro y que dejaran todo abierto.

Francisco en ese momento ya no tenía idea de cómo reaccionar, era la primera vez que salía de Tecate en su automóvil y ya estaba metiéndose en un posible lío. Luego de que el perro olfateara el carro, se les pidió que volvieran a subir, pero no podían todavía irse, tenían que permanecer en el carro. 

Así pasaron otro par de minutos hasta que por fin un oficial les dio el permiso de darse la vuelta y regresar a su destino. Todos en el carro suspiraron mientras se alejaban de la garita. Poco después empezaron las risas y burlas entre ellos mismos. 

En menos de dos minutos lograron retomar el camino original. Francisco siguió manejando cuando de repente Omar exclamó: 

-Es aquí ¡gira aquí!

Francisco reaccionó y se dio una vuelta en U, su carro chocó contra la banqueta y se subió en ella, inmediatamente retrocedió y se metió de manera correcta al camino de tierra, tratando de actuar como si eso no hubiera pasado. Mientras avanzaba se podía ver la pantalla a la distancia, la película ya había empezado. Por suerte, todavía había lugares disponibles, compraron sus boletos y se estacionaron, tenían una vista decente. Con todos hambrientos, pidieron para comer una pizza de pepperoni, la cual todos disfrutaron.

La película fue horrible, lenta y sin propósito aparente alguno, con actuaciones pésimas. Hubo partes de la película que suponían ser serias o de terror, pero que daban risa. El gran clímax al ver a la madre de Jasón decapitada parecía sacado de una comedia. 

Una vez terminada la película, Francisco manejó de regreso a Tecate. El camino de vuelta fue relajado, todos estaban hablando de los momentos más graciosos de la película y lo que había sucedido en la garita. Omar y Marcos se bajaron del auto en lugares cerca de sus casas, los cuales quedaban en el camino de regreso. Una vez en Tecate, en el carro solo iban Francisco, Rodrigo y Marina. Rodrigó guió de nuevo a Francisco hacia donde vivía Marina, a la cual dejaron en su casa. Con solo Rodrigo y Francisco en el carro, Francisco dijo:

-No mames, película culera, no me aguanté la risa. 

-Pues sí wey, pero pues si lo piensas la pasamos bien – dijo Rodrigo.

- Bueno, eso sí – respondió Francisco.


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